Enrique Sancho
Ni uno de las 4.000 asientos disponibles para presenciar una de las primeras ediciones de “El sueño de Toledo” quedó libre. Y ni uno de los 4.000 espectadores, que habían pagado como entre 24 y 30 euros, quedó defraudado de este espectáculo que comenzó su andadura cerca de Toledo el pasado 30 de agosto y que se mantendrá durante casi todos los fines de semana hasta el 26 de octubre. Las 60.000 entradas disponibles para las 15 representaciones en 2019 se agotaron en 48 horas.
La recreación de 1.500 años de historia de España en solo 80 minutos es el “aperitivo” con el que la empresa Puy du Fou inicia lo que será un gran parque temático en 2021 cuando contará, tras una inversión de 183 millones de euros, con cuatro espectáculos de día, tres pueblos de época (un gran pueblo medieval castellano, un campamento morisco y el pueblo de artesanos), talleres de artesanos, más de 300 animales y más de 30 hectáreas de naturaleza. Una experiencia inolvidable repleta de grandes emociones y grandes espectáculos. El final del proyecto será en 2028, cuando se espera superar los dos millones de visitantes por temporada.
Si lo realizado en España, sigue el modelo francés, situado en la comarca de La Vendée, al oeste de Francia a una hora de camino de Nantes, será sin duda un éxito. Más de dos millones y medio de visitantes, 20 espectáculos tanto de día como de noche con más de 2.000 actores, seis premios internacionales como mejor parque de Europa y del mundo, cuatro pueblos auténticos con sus artesanos, cinco hoteles temáticos, 22 restaurantes, y más de 1.500 animales en plena naturaleza... Claro que el Puy du Fou francés lleva más de 40 años funcionando.
Los planes son ambiciosos: inversión total de 242 millones de euros, aumento de la llegada de turistas, efecto positivo sobre el comercio y la hostelería local y creación de miles de empleos. De aquí a 2028, concretamente 876 puestos directos y 3.329 indirectos. El 50,1% de la inversión es de la fundación francesa y el resto de inversores españoles y franceses, como Mapfre o La Caixa. También la Junta de Castilla-La Mancha tiene parte (un 5%) y la compañía quiere optar a entre 10 y 20 millones de euros de los fondos europeos FEDER. En conjunto, una buena noticia para Toledo y para España.
Una historia parcial de España
El espectáculo que se muestra ahora en nuestro país –primera iniciativa internacional de la empresa francesa– muestra una parte de la historia de España a través de diversos episodios y con el hilo conductor del viejo azacán (aguador) de Toledo que la narra a la joven lavandera María a orillas del Tajo. Del reinado de Recaredo y otros reyes godos a las Navas de Tolosa, del descubrimiento de América a la llegada del ferrocarril y la España de hoy (con una discreta referencia a la Guerra Civil), este fresco gigante transporta a los espectadores a través de 15 siglos de Historia representada por 185 actores, bailarines y jinetes –que cobran, al parecer, a razón de 10 euros por cada una de las cuatro horas de trabajo diario–, con el apoyo de 30 caballos, que dan vida a más de 2.000 personajes, cambiándose de ropa (más de 1.200 trajes de época) a una velocidad pasmosa y con unos espectaculares efectos especiales que incluyen 800 proyectores, 28 videoproyectores, 60 surtidores de agua y fuegos artificiales. Todo ello en un grandioso escenario de 5.000 metros cuadrados, tal vez un poco excesivo en el que a veces se pierden los actores, y con una gran mancha de agua que representa al Tajo y en la que se remojan los bailarines produciendo un efecto realmente sorprendente.
Durante el espectáculo no hay un minuto de respiro. El potente sonido y la música, los efectos especiales de agua y fuego, los cambios en la arquitectura del decorado gracias a las proyecciones –espectacular la transformación de los edificios medievales a la creatividad islámica– y algunos efectos sorprendentes como la aparición de Colón a bordo de su carabela de regreso a España, surgiendo de las aguas, llenan de asombro a los rendidos espectadores.
Hay momentos sublimes, como la invasión árabe con el decorado en rojo, los indígenas llegados de América bailando sobre las aguas o la expulsión y huida de los franceses –gabachos dice el guión–, todo un detalle de la empresa francesa propietaria del proyecto, que fue uno de los instantes más aplaudidos. Aunque algunos expertos han criticado el enfoque histórico, la combinación de historia y leyenda y algunos saltos en el recorrido (se pasa de Carlos I a Napoleón sin una referencia a esos 300 años), los responsables de Puy du Fou no se inmutan. "No somos historiadores –dice el consejero delegado de Puy du Fou España, Erwan de la Villéon–. Queremos que la gente salga de aquí sintiéndose orgullosa de sus antepasados". También los de siempre se quejan de que el parque atraiga a más turistas a Toledo, que ya está muy saturado de visitantes. Se ve que no tienen un hotel, un restaurante o una tienda en la ciudad...
Algunos problemas a resolver
Se entiende mal que se haya mantenido el nombre de Puy du Fou, que en francés puede traducirse como “Colina del loco” o “Colina de la haya” pero que en español no representa nada e incluso es difícil de pronunciar, pero como es el nombre de la empresa o fundación que lo ha creado, habrá que respetarlo. Tampoco “El sueño de Toledo” es muy representativo, salvo por el hecho de que se ha elegido este lugar próximo a la capital castellana, ya que los hechos históricos narrados transcurren en distintos lugares de la península. Tal vez por las prisas en inaugurar el 30 de agosto, algunas cosas de este magno proyecto no están bien resueltas. Por ejemplo, del amplio aparcamiento a la entrada del espectáculo hay cerca de un kilómetro por caminos de tierra sin asfaltar que en días de lluvia se convierten en un barrizal, por supuesto el espectáculo es al aire libre, con un grave problema también en días de lluvia porque el espectáculo se sigue manteniendo, los servicios antes de entrar al recinto, aunque son muy amplios, soportan colas de cientos de personas...
Aunque se “vende” con profusión las instalaciones y servicios de “El Arrabal” como un lugar donde degustar la gastronomía típica española, lo cierto es que lo que se ofrece es de poca calidad y caro. Una mínima tapa de ensaladilla rusa con picos (“lo siento se nos han acabado los picos”) 4,50 euros, un pincho moruno reseco y frío, 5 euros, una hamburguesa con una hoja de lechuga, 8 euros, una pequeña caña de cerveza en vaso de plástico, 3,50 euros... Lo más práctico es lo que algunos hicieron: traerse el bocata de casa. Eso sí, el recinto, formado por varias rústicas cabañas de madera de ambientación medieval está siempre a tope antes del espectáculo ya que piden que se vaya con al menos una hora de antelación. Aunque también está abierto dos horas después de la representación poca gente se queda, marchando con prisas para salir cuanto antes del aparcamiento y evitar el atasco que se forma por los caminos de tierra antes de llegar a una carretera asfaltada.